lunes, 31 de diciembre de 2012

La noche de Jaime Sáenz por Paul Guillén


La noche de Jaime Sáenz nos interesa en dos sentidos: por la presencia de la fenomenología de Martin Heidegger y por la presencia del colonialismo y el mundo andino en feliz metáfora futurista. Veamos, lo primero se da a este nivel para Heidegger lo que importa es la pregunta por el ser, el sentido del ser está íntimamente ligado al tiempo, es decir, lo que se busca es el ser en el tiempo. Para Sáenz esta búsqueda sería delimitada así: “la noche dura en el espacio, mientras que el día solo dura en el tiempo”. Entonces lo que compete al ser es el día, porque solo la noche ha sido hecha para los revelados, para los que mediante la ingesta de alcohol (luz) pueden vislumbrar un mundo ajeno a los sentidos, el revés del mundo. Para Heidegger el ser del hombre se define por su relación con el mundo, en La noche está relación del ser del hombre y del mundo se da a través del cuerpo. La idea del cuerpo como doble es la que cobra importancia al final del poema, el cuerpo que se pregunta por su condición, pero existe la idea de que existe otro cuerpo que habita el cuerpo: “Yo soy el cuerpo que te habita, y estoy aquí, en las oscuridades, y te duelo, y te vivo, y te muero. Pero no soy tu cuerpo. Yo soy la noche”. Para Heidegger la existencia conlleva un carácter de caída, es decir, hay una imposibilidad de dominar al ser y una preminencia de una existencia enajenada, y esto podemos verlo en La noche en la asunción de un personaje marginal como un alcohólico, que quiere dormir dos horas al día para seguir bebiendo, por otra parte, en Heidegger también existe la idea del enfrentamiento a la muerte, el ser está vuelto hacia la muerte, esto se da en La noche porque a partir de su carga metafísica y su pregunta por el ser y el cuerpo, hay una incidencia de la muerte a través del aprendizaje del conocimiento, pero ese conocimiento solo puede ser efectuado mediante el cuerpo que es limitado y doloroso, aprender a morir significa también aprender a vivir, pues: “Hay dos mundos, hay dos vidas, hay dos muertes –eso que llaman lo uno y absoluto, no existe. Hay dos caras, dos filos, dos abismos”, es decir, sino existe lo absoluto se niega el kantismo y se aboga más bien por el ser en el tiempo, y por el ser en su relación con el mundo. Aquí podríamos citar el pasaje donde se relata cómo innumerables objetos son empeñados y olvidados como una pistola, las obras completas de Nietzsche, etc. esto nos sirve para decir que el camino de Sáenz va por el nihilismo, la negación de todo moralidad o valor absoluto –siguiendo a Nietzsche por su puesto– y esto nos lleva al segundo punto del colonialismo y el mundo andino imbuidos en una metáfora futurista. En un pasaje del libro se relata la existencia de un mundo gobernado por negros que están fuera de la humanidad y que implementan un sistema de castas y explotación, esto nos sirve para decir que este ambiente post-apocalíptico se parece mucho a la conquista de los españoles sobre el territorio andino, lo que hace Sáenz no es una crítica política explícita, sino derivativa e incluso anticipa el neocolonialismo cuando dice: “Y como no podía ser de otra manera, [los negros no humanos] profesaban la tecnología por toda religión”. El que un grupo de personas asuma la tecnología como teleología nos habla de una deshumanización, de tomar a los humanos como máquinas de producción en serie. Sáenz finalmente en esto visionario y retrata muchas de las vicisitudes del ser contemporáneo. Al final queda la sensación de que los humanos son solo cuerpo y por ello se duelen y sufren sin ningún remedio.



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