jueves, 8 de noviembre de 2007

Entrevista a DOMINGO DE RAMOS: EL IN- SUFRIDO FUEGO DE LA POESÍA Y LA REALIDAD por Arturo Gamboa*


El poeta Domingo de Ramos, aquejado de un mal extraño que lo ha dejado abstemio y convaleciente, nos habla de su vida entregada a la poesía y a la lucha contra el sistema y la realidad que lo rodea.

¿Qué recuerda del primer poema que leyó?
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Francamente no recuerdo un poema, pero tengo la impresión de que el primer libro que vi fue uno de Antonio Machado, en la biblioteca del barrio.

¿Empezaste leyendo poesía española?
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Yo creo que sí. Era lo único que había en la biblioteca, y en el colegio no había más cosas. Tomé el libro de Machado y Rubén Darío y no paré hasta terminarlo. Así me devoré todas sus obras que estaban en el armario.

¿Estos poetas te influyeron luego?
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Yo diría que Rubén Darío me dio oreja: ritmo, cadencia, sonoridad. En suma me dio la música que luego vertí en mis poemas posteriores. Pero sus temas e imágenes no me influyeron en nada.

¿Y Chocano?
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También en ese tiempo lo leí, pero felizmente ya tenía una lectura de Darío, y Chocano, al lado del fundador del Modernismo, no es nada. Yo pienso que hay que desterrar esa horrible poesía de Chocano de la literatura escolar. Mal forma y deforma, y es de mal gusto. Además como hombre público fue un ser despreciable, miserable y ruin. No entiendo cómo hay gente que todavía lo reivindica en el plano poético y en pleno siglo XXI.

¿Qué autor influyó más en tu poesía?
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Vallejo. Siempre ha sido Vallejo. Lo leí y lo releí hace tiempo y desde aquella vez no lo he vuelto a leer. Sus poemas son muy pegajosos y peligrosos para un joven escritor. Y es que Vallejo es inimitable. Cuando se le intenta copiar se ve algo burdo, como lo que quisieron hacer la Generación del 50. Vallejo es una maldición para celebrar. Fue para mí el primer incendio en la oscura recámara de mi vida. Antes había leído a Baudelaire, Rimbaud, Verlaine, Mallarme, la poesía anglosajona (desde Shakespeare hasta la Beat generation). Fueron años de descubrimiento tras descubrimiento: el Conde Isadore Ducasse, los surrealistas, la poesía china y japonesa, y por supuesto el Siglo de Oro de la literatura española. Cómo quisiera estar en ese tiempo lleno de asombro e inocencia leyendo libremente estos autores. Es algo que no se puede describir.

¿La vanguardia fue un detonante para tu poesía?
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Claro. El mundo anterior en que estaba viviendo se desmoronó como un castillo de naipes y tuve que reemplazarlo con el lenguaje, crear paralelamente otro estado de gracia capaz de enfrentar a la realidad. La poesía es otra realidad. Esa visión te abre campo a grandes exploraciones. A aventurarse a estar al borde del precipicio para crear nuevos mundos. Eso es lo importante, adentrarse sin miedo a lo desconocido.

¿Qué rasgos de la vanguardia crees que hay en tu poesía?
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No lo podría precisar. Creo que todos los escritores después de la Primera Guerra Mundial tienen algo de la vanguardia en sus textos. Descubrir la poesía anglosajona fue un hallazgo positivo y de vital importancia para mí. Leer a Pound y a Eliot, que introduce la vida cotidiana de la ciudad moderna, abrió una perspectiva en mi poesía fragmentaria como la realidad lo es. Captar la velocidad de la luz, de la ciudad, su caos, sus palpitaciones y exponerlas a los ojos del lector como un todo. Que dé el efecto de un simultaneísmo de acumulación de tal manera que se pueda sentir esa otra realidad que ya no vemos y que es la poesía en su esplendor.

En esa línea veo en tus textos el traslado del lenguaje de la calle, como en tu libro Pastor de Perros.
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Sí me he dado cuenta, pero fue inconsciente. Me parece que soy un lírico con aliento de novelista. Siempre tengo historias y personajes que los hago hablar o ellos me hacen hablar. Ya no sé quién es quién en ese trance. Y sale un poema-río que me lleva ha aguas mayores donde desemboco como un náufrago llegando muchas veces magullado revolcado pero entero. Es así que nace Pastor de perros, un libro que me costó escribir cinco años de mi vida, entre la concepción, el tono y finalmente la escritura.

Eso quiere decir que tuviste que ganar experiencia y oficio para escribir ese libro.
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Correcto. No fue nada fácil. Había que alterar los sentidos, como diría Rimbaud, para alucinar al personaje. Pero hay algo que tengo que decir: jamás he escrito borracho ni drogado. Fue embriagador escribir la historia y el trajín de este personaje que era portentoso y hasta difícil por lo desbordado que son sus imágenes y encabalgamientos que se sucedían uno tras otro como una película con efectos digitales.

¿Y tú libro Ósmosis como se gestó?
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Es un libro que tiene su origen en el poema “Yack”, que lo escribí inspirado en la película de Tim Burton. Se trata de Jack, el esqueleto. Luego vinieron otros poemas que compusieron el libro. Después de armarlo, lo envié a un concurso. No creía que iba a ganar por la aspereza de mi lenguaje y la posición que tengo de la poesía. No creí que la gente académica, que normalmente son los jurados, iba a escogerlo como el libro ganador. Me asombré, en realidad, y volviendo a la calma luego del anuncio, vi quiénes eran los jurados. Yo creo que nuestro Pablo Guevara fue uno de los artífices de que ese libro salga ganador junto con José Watanabe. Yo lo mandé nada más para probar. También para probarme a mí mismo que lo que escribía valía la pena y que era un escritor a carta cabal. Era para elevar mi autoestima, para afirmarme. Uno siempre tiene dudas, temores. Consolidarme como escritor era mi perspectiva y no ser un agilito trepón ni una figura mediática. Todo lo hice a pulso. Lo logré por mi terquedad, por mi carácter y formación política. Por mi vocación autodidacta con grandes dificultades de logística de formación académica (si es que la tuve). Lo logré con todo y en contra de todos, desde el lado familiar que se oponía a mi vocación hasta la sociedad que detesto y odio, y las instituciones que la sostienen con sus gobiernos de turno, sus partidos políticos y todos sus aparatos represivos. En realidad he sobrevivido. Soy un sobreviviente.

Al parecer has tenido muchas desventajas para iniciarte en este duro oficio de escribir. A diferencia de otros poetas y escritores de nuestro medio, que vivieron en cuna de oro, o al menos sus padres les inculcaron la lectura o en todo caso lo tenían todo a la mano.
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Sí. Mejor hubiera sido pintor (para no morirme de hambre), y no poeta. Hubiera sido un joven con futuro y no un revolucionario escolar. Hubiera estudiado Derecho y no Sociología. Estas malas elecciones siempre me han acompañado como una peste. No sé por qué.

Es la consecuencia de lo que elegiste.
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Creo que sí. Parece que ya estaba establecido. Los oráculos predestinaron mi futuro de esa manera.

Volviendo a tu poesía. Hay varios poemas que pareciera que le escribes a una mujer. Por ejemplo, en el primer poema de Pastor de Perros no se sabe si es la droga o una mujer o la mujer como una droga.
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Sí. Aparentemente hay una confusión. Una mujer puede ser pretexto para hablar de otras cosas, de un estado de ánimo, de un testimonio, de una adicción. En este caso es el canto de un paria donde los niveles de percepción de la realidad y las drogas son casi las mismas, no hay ninguna frontera que los separe. Aquí la droga toma dimensiones épicas para testimoniar esa época. Yo lo percibo así.

Qué rara mezcla. Es un envión que no cesa y no tiene fisuras ni altibajos. Se lee rítmicamente.
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Es la lección del gran Rubén Darío. Es decir es un ritmo acompasado, avasallador, omnímodo, fragmentario, pero que no se desborda, sino está encausado en el tema que es lo que da coherencia al libro.

¿Qué ha sido para ti el Movimiento Kloaka?
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Fue el último movimiento contracultural clásico de esos años, en los comienzos de la guerra interna y la guerra sucia que ya se avizoraba con la masacre de los periodistas en Uchuraccay. Precisamente el Movimiento advirtió que esta matanza era la campanada de una política de estado donde no había prisioneros y el comienzo de un genocidio contra pueblos campesinos por el racismo ancestral de la clases dominantes, los partidos políticos de turno, intelectuales criollos y el sistema centralista de un estado excluyente que vieron esta vía como solución social política e histórica para supuestamente cambiar el país. Esta rebelión alcanzó a las palabras, al lenguaje y al arte en general, cuya influencia más notoria se trasmitió luego en la movida subte de mediados de los 80s, con la irrupción de grupos en el escenario local. Ya hay estudios académicos de la movida de esos años donde realzan el posicionamiento del discurso del Movimiento y cómo se engarza en la realidad y en sus textos. Los poetas y estudiosos como J.A. Mazzotti, César Angeles, Paolo de Lima, Luis Fernando Chueca, Juan Zevallos Aguilar, Catalina Quesada, entre otros, han hecho ensayos y tesis de esta movida.

¿Y La Última Cena?
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Fue una muestra antológica. La primera de esos años. Sacó roncha y resentimientos que hasta ahora subsisten contra los antologadores. En realidad fue muy polémico por la inclusión y exclusión de escritores y poetas. Tuvo una gran acogida por parte de la critica y de los jóvenes de esa época. Allí nace la broncaza de Malca contra Róger y Mazzotti, que años después ese personaje le haría una campaña malévola, llena de envidia, mezquindad y odio hacia el poeta y académico José Antonio Mazzotti, acusándolo de pro-senderista en la revista Somos y relacionando a los miembros de Kloaka de ese entonces con los alzados en armas.

¿Actuó como un policía para involucrarlos como terroristas y así desprestigiarlos como poetas e intelectuales?
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Yo creo que sí. Como un policía corrupto de la época del SIN que sin ningún escrúpulo te acusaban de ser subversivo. Lo malo que aquí ha utilizado las páginas de un diario nacional para ventilar sus odios personales. Bueno, ya no hablemos más de estos hechos lamentables.

¿Qué es la poesía para ti?
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Poesía se está callada escuchando su propia voz. Yo diría que es imposible definir a la poesía, es un misterio. La poesía es un enigma que está mas allá, entre las grandes preguntas celestes. La poesía es una circunstancia, según decía Goethe.

¿Te crees un intelectual?
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No. Yo sólo reflexiono a través de la poesía sobre lo que pasa ahora. Además un intelectual tiene responsabilidades para con su sociedad, en la cultura, en la política, en lo ético y lo estético de su tiempo. Ante eso, yo soy un irresponsable, un solitario poeta. Eso no quita que tenga opinión de la política del Perú –país que odio, desteto y quiero. No puedo estar indiferente en este país frágil, manipulable hasta la saciedad, engañado mil veces por sus políticos corruptos con sus asesinos militares y civiles. Como Alan García y ese viejo partido político que hace tiempo viven de rodillas al imperio. Como los Toledos, cholos arrastrados y sumisos, que tienen a un fantoche como Belaúnde, otro peón de USA, como su líder espiritual. Al igual que Vargas Llosa y una porción de detestables peruanos que apoyan a un japonés que es el non plus ultra de la corrupción y tan asesino como García. Hay que recordar que este japonés fue fabricado por el APRA. Hay una izquierda desaparecida y otra asimilada a la burguesía. Este es mi país en el que vivo, pobre pueblo envilecido, humillado por sus clases dominantes. Hasta se puede decir que es el país más triste del planeta. Lógicamente duele decirlo, pero allí esta la realidad. Y suma esto a las actitudes de los escritores y poetas criollos que, por haber bebido del discurso hegemónico del racismo en el seno de sus familias, han sido, y supongo que seguirán siendo, unos racistas con el mundo andino, unos excluyentes e intolerantes, ya que fueron unos snobs en tiempos en que la izquierda tenía una posibilidad de poder y que luego de la caída del movimiento se han vuelto reaccionarios e insensibles atacando a la poesía y las escrituras de Vallejo o de Arguedas para justificar ante el sistema imperante su filiación, su entrega oportunista al credo neoliberal. Hay muchos ejemplos que no voy a mencionar, desde poetas y escritores de la década del 50 hasta ahora.

¿No crees que eres muy pesimista?
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Ya quisiera serlo. Aquí con esta descripción soy muy optimista. No sé cómo y de qué está soldado (puede ser con babas y mocos) este país que no se ha desintegrado.

¿Tiene alguna salida?
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Claro. La revolución y la poesía salvaran al Perú. O, si no, migrar, olvidarse que existió o que existe este sitio.


*Estudiante de Lengua y Literatura de la UNFV.

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